Aclaraciones previas para que no saltéis desde un principio. Hoy vamos a odiar la reducción de vinagre a modo de adorno. Estoy a favor de ponerla en una ensalada en sustitución del vinagre; o de usarla en cualquier sitio si eso va a mejorar el sabor final del conjunto. PERO, me toca enormemente la moral encontrármela en todos los platos de todos los restaurantes mierderos del mundo.
Vamos a ver. Has comprado un solomillo cojonudo, le has dado un punto perfecto a la carne, va perfecto de sal, la guarnición es la más deliciosa y crujiente de las patatas...
-¿Qué demonios te lleva a pensar que un chorrazo de este chapapote iba a mejorar el plato?
- No, es que así queda más bonito.
- Ni en broma. ¡¡Estará bonito sin tu cara de paleto chupa-bombillas!!.
¡¡¡No, no, no, no y no!!! La reducción de vinagre de Módena no mejora un plato. No lo hace más bonito. No va a hacer que el cliente esté más satisfecho. No va a atraer a los señores de Michelin para que te den una estrella. No te da caché. No
Es que un día de estos nos lo vamos a encontrar en el postre. Vamos a pedir un arroz con leche o un tiramisú y le van a poner por encima un chorretón. Yo puedo entender que te guste. Pero si te gusta, te lo echas en el café con leche por la mañana, o te lo metes en vena con ayuda de un gotero; no me lo pones encima de algo por lo que he pagado.
Así que, ¡¡hosteleros y cocinillas del mundo, uníos!! Decid no, a los adornos sin sentido. Decid no, a los platos guarreados con petróleo. Decid no, a todo lo que mata el sabor de una receta. Decid no, a las reducciones mierderas que no dicen nada. Hoy y siempre...
¡¡MUERTE A LOS ADORNOS DE REDUCCIÓN DE VINAGRE DE MÓDENA!!
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