Odiarás el tranchete por encima de todas las cosas

 

Tranchetus horribillis en su habitat natural.       

     Siempre digo que hay que ahorrar en la cocina. Más si cabe en los tiempos que corren. Pero hay productos que no debemos consentir por mucho que nos ahorremos unos centimillos al comprarlos.


     Pues sí, unos de esos productos que no debes comprar nunca son los tranchetes de queso. Esos que vienen en funditas individuales. Esos que cuesta tanto sacar del envase. Esos que se te quedan pegados en lo más profundo de tu paladar y que tienes que retirar metiéndote el dedaco. Esos con un sabor tan horrible que hace replantearte cómo están permitidos.

     Y me dirás, pero hombre, es que son baratos y cómodos para usar. El serrín también es barato y no por ello lo sustituimos por los cereales del desayuno. Hay algunas cosas que no podemos consentir por muy baratas que sean. Porque el que diga que los compra porque prefiere un tranchete a una loncha de gouda, edam o havarti, deberían encerrarle en lo más profundo de alguna mohosa y húmeda mazmorra.

    ¡¡ Señores, NO!! Si no podemos comprar otro queso, no usemos queso para nuestros sangüiches. Es una desgracia tan gorda acabar tu bocata preferido con una loncha de este queso hecho con petróleo, que no merece ni ser vendida junto al resto de lácteos.

     Vamos a ahorrar en las cosas que podemos, pero en ciertas cosas, por unos céntimos más (en el havarti, un eurillo más) no merece la pena hacerle semejante desprecio a un alimento tan honorable como es un bocata. Así que ahora y siempre:

¡¡MUERTE AL HORRIBLE TRANCHETE!!