Salsa de tomate para dummies


     Venga, una de esas cosas que podemos hacer cuando estamos aburridos y el día se nos está haciendo más largo que el columpio de Heidi.

     El hacer cada cierto tiempo un poco de tomate frito y guardarlo en frascos de cristal hace que podamos tirar de él cuando nos haga falta y no de uno comprado. De este modo, ahorramos dinerito y nuestras recetas saldrán, si cabe, más ricas.


DIFICULTAD:

Dejar de pensar en lo largo que era el columpio de Heidi y de dónde estaría colgado.


INGREDIENTES:


  • Una lata de tomate triturado
  • Una cebolla
  • Un par de dientes de ajo
  • Sal y aceite de oliva
  • Un poco de azúcar
  • Las especias que queramos

PREPARACIÓN:

  1. Pica la cebolla y ponla con un poco de aceite en la cazuela donde vayas a cocinar. Cuando esté dorada échale el ajo (con la piel y todo, que luego lo quitaremos). Antes de echarlo, dale un porrazo con el cuchillo para que suelte mucho más sabor.
  2. Vierte el contenido de la lata en la cazuela. A mí me gusta usar latas de tomate triturados en vez de las de tomates pelados. Es porque luego no las paso por la batidora. Si eres un finolis y no te gusta encontrarte los trocitos de cebolla pues dale zapatilla con la batidora y listo.
  3. Ahora es el momento de ponerle la sal y las especias que hayas elegido. Te recomiendo la pimienta y el laurel, pero puedes añadir orégano, romero o tomillo a tu tomate. Ponle también alguna cayena para darle chispa.
  4. Déjalo que hierva un buen rato y que haga chup-chup. Pon una tapa que el tomate frito caliente salta y luego vienen los disgustos.
  5. Por último pruébalo con una cuchara o un mendrugo de pan. Suele salir un poco ácido, por ello debes ponerle un poco de azúcar para contrarrestar esa acidez. 

     Y ya está. Agénciate de unos tarros y mete ahí el tomate. Te durará muchos días en la nevera siempre que esté bien cerrado.

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